1 de octubre de 2014

TERRY BUTCHER, Un Héroe bañado en sangre por Inglaterra



Existen héroes en el mundo del fútbol que lo han sido por su talento, su genio indiscutido, su flagrante capacidad goleadora o por su corazón a prueba de balas. Otros lo fueron por su personalidad, acaso también por sus aspectos intangibles, su carisma y otras cosas más que están unos metros distantes de la cualidad futbolística en sí. También otros se han hecho acreedores a dicha calificación por su tesón, esfuerzo, dedicación, lealtad y compromiso.

Este último, es el caso de Terry Butcher , ese defensor inglés cuyo apellido significa "carnicero", sí puede estar orgulloso de encontrarse dentro de ese grupo reducido.




Nacido en Singapur, destino exótico para un hombre tan tradicionalmente inglés como él,Terence Ian Butcher se ha convertido con el paso del tiempo en un representante arquetípico de lo que era el british football en la época pre-metrosexual. Cabello sin peinados exóticos, rostro adusto, rocoso y desencajado, 193 intimidantes centímetros de estatura y la eterna cara de pocos amigos. Algo así como un Vinnie Jones, un Dean Windass o lo que será seguramente Wayne Rooney cuando aumente en cifras su edad. Jugador clave de la selección británica de los finales de los 80s, su rústico juego defensivo lo puso como un insustituible dentro de la alineación de los "Pross" que buscaban su lugar en Italia '90.

 
El tradicional jugador del Ipswich y del Rangers terminaría siendo decisivo en la clasificación final de aquella selección que llegaría hasta las semifinales en el Mundial de Italia 90

Inglaterra, que únicamente aventajaba a su rival, Suecia,  por la diferencia de goles al frente del Grupo 2 (en el que sólo el primer clasificado tenía asegurado el billete a Italia 1990), sabía que afrontaba un árduo reto en su penúltimo compromiso clasificatorio. Es más, los suecos estaban crecidos por el 0-0 arrancado en Wembley al principio de la competición.

La dificil misión se puso un poco más cuesta arriba cuando, en los primeros compases del encuentro, Roger Ljung colgó el balón arriba hacia Johnny Ekstrom. El delantero del Cannes dio un gran salto para cabecear el esférico, pero su cabeza chocó con la de Butcher, de forma fortuita pero brutal.
       

La sangre brotó profusamente de una brecha abierta en la frente del jugador del Glasgow Rangers, pero éste se negó a arrojar la toalla. En vez de eso, hizo que le aplicasen siete puntos de sutura y un vendaje en la herida, antes de regresar al campo de batalla. “Tendrían que haberme matado para sacarme de allí”, declaró Butcher tras el partido.
   

Por desgracia para el capitán suplente de Inglaterra, Suecia, con dos hombres altos en punta como Ekstrom y Mats Magnusson, no dejó de colgar balones largos en ataque durante todo el segundo periodo, obligando a Butcher a realizar un despeje de cabeza tras otro… salvo en una ocasión, en la que sacó el balón descaradamente con el puño(“Decidí darle a la herida un pequeño respiro”, bromeó más tarde). Y en cada uno de esos despejes, la sangre se filtraba desde su frente hasta su camiseta.
 

Cuando sonó el pitido final para decretar el 0-0, el guardameta Peter Shilton y los nueve jugadores de campo vestidos de blanco festejaron la consecución de un valioso punto. El décimo, Butcher, también lo celebró, pero en ese momento su camiseta estaba teñida de un rojo sangriento.


Así es como ese día Inglaterra tuvo tres colores de camiseta distintos: la de Peter Shilton, la del resto de los jugadores y la de Terry Butcher, la eterna imagen de la elástica color carmesí.

       



Al año siguiente la FIFA incluyó la norma que incluía la prohibición de jugar con heridas sangrantes ni con la camiseta manchada de sangre.

actualmente ejerce de entrenador en el Inverness escocés.






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